Consecuencias a largo plazo
La mala circulación puede tener consecuencias devastadoras si no se trata adecuadamente a lo largo del tiempo. A medida que la condición progresa, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como la enfermedad coronaria, que puede llevar a ataques cardíacos y angina de pecho. Los accidentes cerebrovasculares también son una preocupación, ya que la mala circulación puede contribuir a la formación de coágulos sanguíneos que bloquean el flujo de sangre al cerebro.
Además, las úlceras en las piernas pueden desarrollarse debido a la falta de oxígeno y nutrientes en los tejidos, lo que dificulta la cicatrización adecuada de las heridas y aumenta el riesgo de infección. Es crucial abordar la mala circulación de manera proactiva para reducir estos riesgos y mejorar la calidad de vida a largo plazo.